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lunes, 17 de octubre de 2011

Una esquina palmera: Martí y 26 de Julio

La esquina de Martí y Estrada Palma, hoy 26 de Julio, es y ha sido siempre el corazón palpitante de la ciudad. Allí se encuentran la tienda La Campana, el restaurant y cafetería El Ovejito, y la Cafetería Central No. 1 con su Terraza Club en la segunda planta. La cuarta esquina es el Parque Martí, que tan gratos recuerdos de juventud le trae a todos los palmeros.
En los años 30, Manuel Martínez abrió las puertas de La Campana, una tienda de ropas y bisutería donde se vendía de todo… y a muy buenos precios: Camisas de trabajo a ochenta centavos; pantalones de mezclilla a peso; medias de trabajo a 25 centavos; sombreros a la moda y con cintas a tres pesos, zapatos Amadeo o Tom McCain muy populares en otros tiempos. Anteriormente, el edificio albergó varios pequeños negocios, entre ellos una barbería cuyas encristaladas paredes pueden verse en otras fotos antiguas, con varios clientes sentados en sillas de tijera esperando su turno mientras leen el Diario de la Marina, Bohemia o Carteles y dos sillones de barbería, ocupados con peludos clientes.
El dueño de La Campana, Manuel Martínez, era un hombre singular y carismático que como buen comerciante minorista sabía que un cliente satisfecho vale por dos… y siempre vuelve a la tienda. Con su eterna sonrisa, Manolo siempre estaba disponible para atender a todos, gastara cinco centavos o varios pesos. Cuando veía, desde su escritorio en la trastienda, que un cliente se iba con las manos vacías, salía raudo y veloz con su gran sonrisa en ristre y le mostraba diversos cofres llenos de objetos, y casi seguro el hombre o la mujer de la ciudad o de tránsito por Palma se llevaba algo. El piso del salón era de mosaicos españoles, mientras el amplio corredor y los escalones que se elevaban dos niveles desde la acera estaban cubiertos por gruesas lajas extraídas del Río Cauto. En algunas fotos de antaño se pueden ver las gruesas argollas de bronce donde amarraban sus caballos los que venían de los montes aledaños o los vendedores de viandas, frutas y hortalizas que transportaban en serones de yagua sobre mulos y burros. Hoy, remodelada y convertida en una moderna tienda por departamentos.
Al frente, en la década de los 50 y principios de los 60, se levantaba el amplio Bar Rodríguez con su parte techada y la otra, tipo terraza, sin techo pero protegida por unas maravillosas enredaderas por las que se filtraba la luz del sol antes de llegar a las mesas. Hoy ha sido remodelado y la terraza de enredaderas ya no existe. En su lugar se levanta hoy el acogedor restaurant El Ovejito.
Esta esquina fue y sigue siendo una zona muy transitada de Palma. Entre el bar Rodríguez y la cafetería Oquendo se encontraba la piquera inter-municipal de autos de alquiler cuyos choferes, que por algún motivo eran llamados boteros, eran muy conocidos y respetados por todos los que necesitaban viajar a Santiago. ¿Quién de aquella época no recuerda a Sosa, a Fausto, a Guiro…? Al lado de La Campana, por Martí, estuvo más tarde la Ruta 34, línea de ómnibus entre Santiago de Cuba y La Habana, aunque también paraban allí otras rutas con destino a Manzanillo y Holguín.  Allí lo mismo se voceaba a pleno pulmón un número para el próximo sorteo de la lotería que los mil y un productos de la confitería criolla. Y por supuesto, no podían faltar los sillones de limpiabotas (en la foto se ven dos) actividad conque decenas de palmeros se ganaron la vida, generación tras generación.
La cafetería Oquendo fue famosa en los años 50 entre los choferes de guaguas, carros ligeros, motociclistas y transeúntes que allí podían tomar, las 24 horas del día, una taza de aromático café que apenas costaba tres o cinco centavos. Hoy se ha transformado en la Cafetería Central No. 1 de Palma Soriano, dotada con una nueva cafetera a vapor que cuela al instante y televisor en colores donde puedes tomar una taza de café acompañada de una azucarera de cristal y agua por un precio de 45 centavos.
En los altos, la Terraza, un club que en los 50 llenó de música y alegría las noches palmeras propiedad de Cuco Fajardo Fiol. Aquí, el primer día del carnaval de 1952 estrenó Beny Moré la canción Adiós a Palma Soriano del bayamés Ramón Cabrera, que casi se convirtió en un himno de la ciudad. .
Muchos comercios privados han desaparecido en los últimos 60 años, pero La Campana, el Bar Rodríguez, la Cafetería Oquendo y la Terraza siguen en pie aunque sus nombres hayan cambiado, recordándonos insistentemente aquellos negocios originales de una de las esquinas más concurridas de la ciudad que con el paso de los años se ha convertido en algo muy especial en el corazón de lo que fue y será Palma Soriano.



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